
Vitaminas: ¿buenas o malas?
No sería raro que en algún punto de la vida hayas llegado a tomar vitaminas, tal vez por falta de energía o simplemente por mantenerte saludable y estar seguro de tener todas las herramientas para funcionar y estar lo más fuerte posible. Lo entiendo, es muy común que las personas utilicen suplementos para llenar los vacíos de nutrientes en la dieta y así no preocuparse por las deficiencias, pero ¿esto no más bien incentiva que no aprendamos a comer lo que deberíamos?
Además de la pregunta anterior, ante los estudios hechos recientemente surge una nueva interrogante: ¿son las vitaminas realmente útiles y sanas?
El marketing ha hecho lo suyo
Ya hace tiempo que las vitaminas se han posicionado bastante bien dado que sabemos que tienen un efecto antioxidante y que la inflamación y el estrés oxidativo juegan un papel importante en muchas enfermedades como en las principales causas de muerte, en específico en los infartos y el cáncer.
También sabemos que personas con deficiencias vitamínicas tienen mayor propensión a padecer cáncer y riesgo cardiovascular, de aquí nace la hipótesis de que la suplementación con vitaminas podría disminuir dichos riesgos. Y claro, si la solución es tan sencilla por qué no intentarlo al parecer inofensivas y tener bajos riesgos en cuanto a efectos adversos. Desafortunadamente, aunque eso sería lo lógico, es más complicado que tomar una pastilla cada 24 horas.
La realidad de la suplementación
Bajo esta teoría, el US Preventive Services Task Force (USPSTF, por sus siglas en inglés) realizó un metaanálisis que, dicho de otro modo, es una herramienta que sintetiza la información de varios estudios con ayuda de la estadística. En este caso en específico utilizaron 87 estudios en donde las personas testeadas no pertenecían a ningún grupo de población particular (edad, sexo, padecimientos) y tomaban vitaminas. Encontraron que su consumo no tiene ningún impacto sobre el riesgo de padecer cáncer ni sobre la salud cardiovascular por lo que el nivel vitamínico es más bien un marcador de salud en general, no el responsable de una buena salud.
Además descubrieron riesgos asociados al uso de multivitamínicos, por ejemplo, ante el uso de vitamina A había un mayor riesgo de fractura de cadera; en el caso de vitamina E aumentaba el riesgo de evento vascular cerebral hemorrágico y, finalmente, ante la suplementación con vitamina D y/o calcio aumentaba el riesgo de litos renales (cálculos).
Al final, la conclusión fue que los daños causados por la suplementación con betacaroteno superan los beneficios para la prevención de enfermedades cardiovasculares o cáncer. También, que no existe un beneficio real de la suplementación con vitamina E y que la evidencia es insuficiente para determinar el balance de beneficios y daños de la suplementación con multivitaminas para la prevención de enfermedades cardiovasculares o cáncer.
Así que una vez más: menos es más. Todo lo anterior quiere decir que, sin duda, la mejor opción es que esas vitaminas que necesitas vengan de tus alimentos, de la variedad y rotación que les des, por lo que hay que enfocarnos en aprender a comer y hacerlo balanceadamente, independientemente de tus preferencias o restricciones alimenticias (por más difícil que sea).
Como doctora, pero sobre todo como fan del ejercicio y vida saludable, te recomiendo incluir espinaca, frijol, huevo, zanahoria, naranja, moras, brócoli, aguacate, nueces y semillas en tu dieta, son riquísimas en vitaminas y minerales. Y por favor, por favoooor, antes de tomar algún suplemento o cualquier medicamento, consúltalo con tu doctor de cabecera.
Fuentes: