
Que se quede el cubrebocas
A estas alturas de la pandemia, todos estamos hartos del cubrebocas y honestamente ya un poco confiados de quitárnoslo en cada vez más lugares.
Estoy —casi— seguro que todos nos hemos quitado el cubrebocas abruptamente como si estuviéramos en una película apocalíptica y por fin llegáramos a un lugar sin gas mortífero. Incluso los médicos, aunque estamos acostumbrados a usarlo, estamos hartos. Aunque yo he estado muchas horas en un quirófano con el cubrebocas puesto, es muy diferente a caminar por la ciudad con el calor o en una habitación con mucha gente.
Pero a pesar de esa incomodidad, la verdad es que el cubrebocas es un instrumento increíblemente eficaz que deberíamos de adoptar. Aunque se eliminara el COVID-19 de la faz de la tierra de la noche a la mañana, yo lo seguiré usando —mascarilla, tapabocas, etc— y esperaría que todos los seres humanos, o al menos los mexicanos, lo hicieran. ¿Por qué? Hay 3 razones principales y muy importantes.
Evitar otras infecciones respiratorias
Claramente antes vivíamos de una manera bastante antihigiénica con respecto al contagio respiratorio, sobre todo en México, en donde nos besamos y abrazamos entre todos, todo el tiempo y al llegar a cualquier lado o al estar en lugares cerrados donde no falta quién estornude.
Es por eso que con el uso del cubrebocas en este último año, han disminuido considerablemente las infecciones de vías respiratorias altas y bajas como sinusitis y neumonía. Los registros de varias entidades como la CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades) en Estados Unidos, respecto a motivos de consulta, han registrado un número significativamente menor. Los ejemplos más claros son la influenza y las neumonías bacterianas que tuvieron un registro 80% menor comparado con años anteriores.
A pesar de la vacuna, todavía podemos contagiar(nos) de COVID-19 y otros bichos
Es natural que conforme avanza la vacunación, se relajen las medidas de seguridad y el uso del tapabocas al creer que ya no podemos contagiarnos o contagiar, pero en realidad esto es un error.
Por ejemplo, en Chile, ha aumentado el número de casos a pesar de una extensa campaña de vacunación, lo que demuestra que no es la única medida preventiva que debemos tener en mente.
Las vacunas contra COVID-19, en el mejor de los casos, disminuyen la probabilidad de muerte en el 100% de los contagios y de enfermedad grave en el 90% de los mismos. Esto implica que las personas vacunadas aún pueden contagiarse y presentar una enfermedad leve, que a pesar de ser algo sencillo, es mejor no enfermarse.
Por otra parte, aún no se comprueba que las personas vacunadas no puedan transmitir el virus. Por el contrario, la evidencia científica parece indicar que las personas vacunadas podrían funcionar como portadores asintomáticos del virus.
Prevenir enfermedades asociadas al polen y a químicos en el ambiente
Al pensar en este punto, me viene a la mente una imagen que vi de un lugar de China hace varios años, en donde las personas usaban cubrebocas por el alto índice de contaminación en el ambiente. Este tipo de imágenes fueron muy populares en su momento aunque ahora ya no sean noticia por obvias razones y porque resultó ser evidente que el uso de los cubrebocas funciona para disminuir enfermedades como rinitis alérgica, sinusitis crónica, bronquitis y muchas más.
En ciudades como CDMX tiene todo el sentido usar cubrebocas al estar caminando por la calle o mientras se espera el transporte en una esquina y los coches pasan echando mugre por el escape o, en general, al estar en lugares no cerrados. Y no es solo por la contaminación, el polen y otros alergénicos en el aire entran al cuerpo sobre todo a través de las vías respiratorias. Con una barrera física que filtre el aire de las partículas, la probabilidad de tener alguna de éstas es mucho menor.
Por supuesto nadie va a usar cubrebocas todo el tiempo en todos lados, pero hay momentos y lugares que ahora me parece clave que se use sí o sí. Por ejemplo, en los consultorios de los doctores, ¿cuándo se han visto ventanas abiertas dentro de ellos? En general la gran mayoría son cerrados y ahí vamos todos a respirar bichos que otros pacientes o el mismo doctor, dejan. Otro ejemplo es el aeropuerto o las centrales camioneras, también sin ventanas y con poco flujo de aire.
Estadios, conciertos, hospitales, plazas comerciales... los ejemplos son muchos y muy variados sobre dónde estaría bien que usáramos el cubrebocas de manera rutinaria para disminuir la exposición a partículas (vivas o inertes) que puedan producir alguna enfermedad.
En serio, si es algo tan sencillo de hacer, a lo que ya todos nos acostumbramos y que nos parece más normal, o al menos común, deberíamos seguir utilizando el cubrebocas para mejorar la forma en que cuidamos nuestra salud.